miércoles, 25 de febrero de 2015

Biblioteca La Floresta, Corazón del sistema de Bibliotecas de Medellín.


En 1985 inició un sueño que está por cumplir 30 años de servicio, La Biblioteca Público Barrial La Floresta, ubicada en la comuna 12 de la ciudad, es después de la Biblioteca Pública Piloto la unidad de información más antigua del Sistema de Bibliotecas de Medellín.

Su historia inició hace tres décadas, a una cuadra del Parque de la Floresta, como la Biblioteca de la antigua escuela Jorge Ortiz Rodríguez, escuela que ya no existe pero que dejó en las estanterías de este lugar la misión de educar. “Este espacio es particular, diferente —Afirma Diana Catalina Lopez, Gestora de Fomento de Lectura y escritura—, hay una relación de afectividad diferente de los usuarios con el espacio porque la biblioteca no fue puesta aquí, esta fue creciendo con la comunidad, con el barrio.


El ambiente que se vive alrededor y al interior de la Biblioteca la Floresta es especial, afuera los transeúntes van y vienen llevando con ellos el bullicio de la vida cotidiana, pues antes de que las palabras parque y biblioteca se vieran unidas por el impulso de una Medellín con ganas de crecer, en el barrio La Floresta estás dos instituciones del entretenimiento y la educación ya eran pareja, hermanas en un barrio caracterizados por habitantes que desde hace 30 años saben que libros, tinto y aire libre van de la mano.

“Aquí abrimos a las ocho de la mañana, y a las ocho y diez ya llegan a saludarnos, a pedir el periódico, el líbro.” Dice Lucila Valencia,  Técnica de Biblioteca, quien sentada en el mostrador de atención al usuario recibe y registra los préstamos que regresan y salen de la Floresta.

El interior de la biblioteca no es del todo silencioso, pero esto no es en ningún sentido malo. La escucha atenta revela que el aparente bullicio inicial es en realidad la suma desordenada de conversaciones entre viejos,  de la risa irreverente de niños, las inquietudes de los consultantes y las respuestas precisas de los promotores que atienden a los usuarios. Este espacio es caluroso, no por el sol que calienta el Valle de Aburrá, si no por el calor con el que los usuarios saludan, abrazan, tocan y sonríen a los técnicos, promotores y auxiliares que atienden la biblioteca, todos conocen el nombre de todos y hasta último episodio de sus vidas: ¿Cómo le fue dónde el médico? ¿Cómo está su señora don Carlos? ¿Qué hay de los hijos en la escuela?  … viejos y jóvenes se conocen y conversan.



Yolima García Sepulveda vive en barrio La Pradera a diez minutos caminando de la Floresta, Yolima y sus dos hijos, Julián y Federico, visitan la biblioteca tres veces por semana, es el punto de encuentro con Jaime Agudelo, profesor particular de inglés y matemáticas, quien vive en el Barrio la América. “Este es un espacio propicio para encontrarse —afirma Jaime­­—, es fácil de llegar, es seguro, encontramos material de apoyo y las clases se van cómodas y rápidas”.

Yolima no duda en acentuar que “Tener una biblioteca cerca es maravilloso para ocupar a los niños, pueden entrar y salir a cualquier hora, y a ellos les gusta mucho participar del taller de origami o de prestar cómics para llevar a la casa”.


La Biblioteca, como el parque, es referente del Barrio La Floresta. Ambos son puntos de encuentro en el que convergen personajes que buscan un espacio que por treinta años se ha ganado por parte de la comunidad el apelativo de ser el corazón del barrio, pues en la biblioteca de la Floresta más que libros y estantes hay un espacio de encuentro y conversación.


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