Las salas de espera de los
hospitales y clínicas de este país son lugares en los que los colombianos
lamentamos estar. Independiente de si te encuentras esperando atención médica o
acompañando a un familiar, estos
espacios que conjugan la estreches, la burocracia deshumanizante y la certeza
de que tenemos un pésimo sistema de atención en salud, son el ejemplo terrenal
del purgatorio.
Uno previo a la muerte, donde lo
peor no es la posibilidad del deceso, a la larga inevitable, sino el silencio
que impone la santidad del espacio clínico, silencio que nunca se consigue en
una sala de espera, silencio que se queda en un constante barrullo sonoro, en
la suma de discretos susurros, enconados murmullos, en suplicas apagadas, que
matan la paciencia y abruman el espíritu con cada segundo de espera… Este
paisaje sonoro fue grabado en la sala de espera de la Clínica Medellín, sede
centro (Medellín-Colombia).
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