Es
de admirar la capacidad que tiene el inconsciente para condensar todos tus
miedos en una única imagen, simple, clara, poderosa y cotidiana; para luego
golpearte con ella en sueños y recordarte la frágil arquitectura sobre la que
se sostiene tu tranquilidad. No es en la aparición de dragones, calamidades o
imágenes efectistas, donde yace el poder de las pesadillas; es en la mirada devuelta,
en la fuerza de más en el apretón de manos, en las palabras no dichas o no
escuchadas, en la despedida. Es en la sutil proyección de una sombra, donde se
abre la puerta a cada infierno personal… Nada que no se dijese antes, la
verdad. Pero hay verdades que deben descubrirse todo el tiempo y sobre todo,
por uno mismo. (Altais, 02 de Abril de 2012. Luego de tener la pesadilla
perfecta).
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